“Tanto es así que debemos avanzar hacia una concepción de la Medicina más humana, humanista y humanizada”, recalca el Dr. Ancochea al exponer el motivo fundamental por el que tres de los mejores estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) asistirán, si el coronavirus lo permite, al simposio “The Doctor as a Humanist” que se celebrará en la Universidad de Anáhuac de Ciudad de México.
En conjunción con la Cátedra “Respira Vida”, que auspicia la farmacéutica GSK (GlaxoSmithKline), Eva Fernández Bermejo, de 5º curso y futura médica internista, Gonzalo Gálvez Márquez, de 6º y dedicado a la cirugía ortopédico-traumatológica, y Carmen Muñoz Delgado, también de 6º y centrada en la cirugía reconstructiva, harán una inmersión en el humanismo, “sentimiento en el que creemos profundamente los médicos”, sustancia el neumólogo.
Para viajar a la capital azteca entre el 25 y el 28 de marzo, las becas “Respira Vida” han valorado los mejores expedientes académicos y una demostración hablada y escrita de altísimo nivel de inglés; pero en la decisión final se han tenido muy en cuenta “las cualidades personales de cada candidat@ y el valor determinante de su concepto de la solidaridad”, apunta el Dr. Ancochea, presidente de @Asomega.
El III Simposio “The Doctor as a Humanist” en Medicina
Son Jonathan McFarland, jefe de Redacción Académica de la Universidad de Sechenov en Moscú, y el profesor de Medicina de la UAM y epidemiólogo de La Princesa, el doctor Joan B. Soriano, también barítono del coro del Teatro Principal de Palma de Mallorca (España), los principales promotores de una convención enfocada hacia la medicina humanista, repleta hoy en día de ordenadores, dispositivos móviles, tecnología diagnóstica y curativa de precisión y, a la vez, de constreñimientos temporales en las consultas.
Estos dos seres muy humanos, “comprometidos sin ambages con l@s pacientes” -señala el galeno de la orensana A Pobra de Trives-, siguen, a pie juntillas, las palabras del Dr. Francis Peabody que repitió y repitió a sus estudiantes de Medicina en la Harvard University:
“El tiempo, la simpatía y la comprensión se deben dispensar generosamente, pero la recompensa se encuentra en el vínculo personal, que constituye la mayor satisfacción de la práctica de la Medicina. Una de las cualidades esenciales del clínico es el interés en la Humanidad, ya que el secreto del cuidado del paciente es cuidar al paciente“.
Tanto McFarland como Soriano subrayan el valor de esta última frase, pero señalan, además, otras palabras sobresalientes: «tiempo», «comprensión», «simpatía» o «vínculo»… conceptos que echan en falta en la práctica diaria de la medicina, donde el tiempo siempre es escaso y la comprensión o la simpatía brillan, las más de las veces, por su ausencia.
Para la futura internista Eva Fernández, estos valores se reflejan en el cuidado y atención de las personas mayores, pluripatológicas.
“Creo que el humanismo se ha conseguido implantar en la Pediatría: si vamos a un Hospital Infantil siempre nos encontraremos un ambiente apropiado para alejarles de la realidad, donde predominan las paredes coloreadas con dibujos, ilustraciones o murales y donde resaltan la diversión, los juegos, los animadores, los payasos, el teatro o los libros”.
“Siempre rodeados de un montón de gente que les enseña y educa durante su convalecencia hospitalaria -añade-; es decir, envueltos en los algodones de la humanidad para que su recuperación sea lo más llevadera posible y su enfermedad quede en un segundo plano, tanto para ellos y ellas como, en la medida de los posible, para sus familias”.
“En cambio, con las personas mayores, sobre todo ancian@s, se nos olvida esta humanización -observa-, puesto que sus áreas de hospitalización están conformadas por paredes blancas, anodinas, donde la enfermedad se apodera de un ambiente ya de por sí bastante triste. Asumimos que es lo que les toca por su edad. Deberíamos humanizar esta situación para que su enfermedad pase, también, a otro plano, y su estancia y rehabilitación sean más placenteras”.
Gonzalo Gálvez, especializado en la cirugía ortopédica-traumatológica, sitúa el humanismo en el centro de la profesión sanitaria.
“No puede haber Medicina en el siglo XXI sin Humanismo. Últimamente, se ha denostado este valor que siempre debería resaltar con luz propia ante nuestros ojos, como un primerísimo primer plano en el cine. Los médicos y médicas debemos luchar por ser mejores, constantemente, ya que nos debemos a nuestros pacientes y, además, tenemos la responsabilidad de mejorar tanto en el presente como en el futuro”.
Dos etapas cronológicas que Carmen Muñoz, concentrada en la cirugía reconstructiva, fusiona en una sola acción continuada, sin diferenciaciones interesadas.
“Muchas veces tratamos con urgencia a pacientes agudos y se nos olvida lo que les sucede a continuación, cuando superan su patología o accidente. L@s especialistas no podemos olvidar que tenemos devolverles a su vida habitual sin que les aflijan daños visibles o invisibles”, dice.
“El humanismo, sin duda, no debe ser algo adicional a la Medicina, sino que la Medicina debe ser Humanismo. Es lo que hace que seamos personas que tratamos a personas”, demanda.
Y estos tres guantes aterciopelados los recoge a dos manos el profesor Julio Ancochea para dejarlos flotando en nuestras conciencias, sabias o profanas.
“Es un tramo más del camino para avanzar en la relación humana entre el médico y el paciente. De ahí el compromiso con este proyecto ‘The Doctor as a Humanist‘”, una iniciativa internacional y multicultural que pretende contribuir a paliar la necesidad global de devolver el corazón y el alma a la Medicina.
Desde el Servicio de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid se llevan a cabo, o se apoyan con decisión, todo tipo de proyectos humanizadores, como las sesiones BeNeumoBeYou, conferencias breves sobre los diferentes ámbitos que relacionan la Medicina, la Cultura, las Artes o la Sociedad; los conciertos de “Música en los Hospitales”, en los que se busca la sonrisa dominical de los oídos en las personas hospitalizadas; o la recogida de juguetes de Papá Noel y Reyes Magos para la infancia más desfavorecida.
“Decía Pío Baroja -escritor español de la Generación del 98- que hay un árbol pequeñito que es el árbol de la Ciencia, pero hay un árbol mucho más frondoso que es el árbol de la Vida”… y en La Princesa se Respira mucha Vida”, concluye Julio Ancochea.