¡Quiero estudiar medicina! – Pulso Diario de San Luis

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    Que orgullo para los padres de los chicos  preparatorianos, escuchar esta aseveración. Ya con el simple hecho de pensarlo y decirlo es suficiente para que la familia tome otro status social, que satisfacción…, deben de sentirse muy bien…, deben ser muy inteligentes… ; son frases retóricas que endulzan los oídos de los orgullosos padres. Pensar que esto sólo es el inicio de una larga travesía, que consume una cuarta parte de su vida. Desgraciadamente, a los 18 años debemos tomar decisiones no solamente profesionales, sino de la vida misma,  pero para aquellos de nosotros que verdaderamente siempre quisimos ser médicos ….. vale la pena.  

    Hoy,  el querer ser médico implica que desde ese momento se tienen  que definir muchas cosas que antes ni siquiera lo pensábamos como: ¿en donde voy ha estudiar Medicina?,  ¿cuantos años voy a estudiar? , ¿necesito salir al extranjero?  ¿cuánta competencia voy a tener?,¿tendré un lugar donde trabajar?, ¿ganaré lo suficiente para vivir bien?, ¿cuánto me tardaré en empezar a generar ingresos? Que difícil tener que pensar en todo esto, cuando antes, posiblemente hace  cuatro décadas, solamente nos debíamos  concentrar en estar al pendiente de la fecha del examen de admisión en la escuela o facultad de medicina más cercanas y tratar de hacer un buen examen para lograr ingresar.

    Actualmente  existen numerosas facultades y escuelas de medicina públicas o privadas,  que pelean a través de cifras y resultados  del examen  nacional de residencias médicas, cuál es la mejor para lograr convencer a los potenciales alumnos que se formen con ellos.

    Al joven aspirante se le debería orientar acerca del programa de estudios, de los lugares donde va a realizar sus Prácticas Clínicas, de la verdadera disposición  de los maestros para enseñar no nada más  en el aula,  sino a los pies de la cama del paciente; único lugar, y de esto estoy totalmente convencido, donde se puede enseñar medicina en el completo sentido de lo que se significa: » ciencia y humanismo «.

    Ahora parece una competencia entre las facultades y escuelas por ser,  este año, la que más  egresados «metió» en las plazas de especialidades en el país; sin importar cuánto saben realmente de medicina sus egresados. ¡Craso error!. 

    Al aspirante lo debemos orientar en que conozca lo que realmente debe saber al terminar su formación como médico, llévese el tiempo que se lleve, ese será  el tiempo necesario de estudio, el alumno en ese tiempo podrá inclinarse por alguna de las especialidades, pero debe quedarle claro que no es una obligación hacer una especialidad , que nuestro país requiere de médicos de primer contacto capaces de resolver, orientar, consolar, y saber cuándo referir al paciente para una evaluación y tratamiento más complejo. Nuestras escuelas o facultades deberán conocer con mucha exactitud cuáles son las necesidades primordiales de nuestro país, trabajar de manera muy estrecha con los sistemas de salud  y ver realmente las necesidades. 

    Debemos de dejar de ver a un médico general en lo más bajo del escalafón de la medicina, debe  buscarse generar lugares de trabajo dignos, equipados y por qué no, mejor pagados para el desarrollo verdadero de la atención médica, unificada y bien organizada.  

    El salir al extranjero a terminar el entrenamiento debería de ser sólo para pulir lo aprendido en el país, conocer diferentes estrategias de atención, y planear cómo aplicarlas en nuestro quehacer diario. 

    La competencia real entre los médicos, no existe, posiblemente el celo profesional o por decirlo un poco más enérgicamente la envidia generada por el desarrollo profesional, académico, científico, empresarial, – por cierto, aptitudes desarrolladas y aprendidas fuera de las escuelas y facultades –de algunos de nuestros colegas los hacen más vulnerables a ser centro de estas críticas; pero la competencia por atender pacientes , no es real, » si nos levantamos temprano y calentamos la silla siempre habrá quien necesite tu ayuda», palabras sabias de mi maestro de vida.

    En la trinchera en donde nos desarrollemos pública o privada demos lo mejor de nosotros, y todo lo demás vendrá detrás.

    Un pensamiento frecuente del alumno es ¿dónde voy a trabajar?, siempre habrá un lugar y enfermos que nos necesiten, ojalá que pronto nuestros gobiernos entiendan que es prioridad nacional tener lugares para desarrollarnos como verdaderos Médicos, que dejemos de escuchar cifras retóricas, arcaicas, sin el verdadero sentido de ayuda a nuestro prójimo, porque la verdad está, y la vemos en nuestro quehacer cotidiano.  

    jorcarr01@gmail.com

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