El revolucionario sistema permite prescindir de la tradicional mochila y reduce drásticamente la vulnerabilidad de los combatientes durante el aterrizaje.
No hay combatiente más vulnerable e indefenso que un paracaidista militar que desciende a tierra desde una gran altitud. Sin embargo, este problema podría quedar parcialmente resuelto disminuyendo bruscamente la altura de descenso.
La empresa Tejodinámica, que forma parte del consorcio Tejmash, el mayor contratista de defensa ruso, está ensayando el revolucionario sistema de paracaídas Sturm concebido para que los combatientes de fuerzas especiales puedan aterrizar desde una altura de 70-80 metros.
«La idea es que la campana con extremos libres esté en el avión, y no dentro de la mochila del paracaidista. Los paracaidistas, con todo su kit de armas, suben en un helicóptero y se sujetan a los sistemas dentro del compartimiento de transporte», explica un consejero de la empresa, Serguéi Jursévich, citado por RIA Novosti.
«Este es el único sistema que permite que una unidad entre inmediatamente en acción, sin necesidad de aterrizar a cierta distancia del campo de batalla, para poder prepararse para un ataque en superficie», agregó Jursévich.
Además, el Storm hace que el uso de comandos especiales sea más flexible. Si se elige la táctica de bajar de helicópteros aterrizados, se elimina la necesidad de que los combatientes se quiten los paracaídas: sencillamente no se aferran al sistema de ganchos y cuerdas en el interior de la aeronave.