En la jerga económica, un cisne negro es ese suceso que nadie tiene en su hoja de ruta pero que, cuando llega, convierte todas las previsiones en papel mojado. 2020 ya tiene el suyo: el coronavirus de Wuhan, que ha traspasado las fronteras de China y que se está cebando con virulencia sobre los mercados financieros de todo el mundo. Y América Latina, a donde también ha llegado el patógeno, no es ni mucho menos ajena a esa marejada: desde el lunes, las 40 mayores cotizadas de la región —agrupadas en el índice S&P40 Latin America— han perdido casi 80.000 millones de dólares de capitalización, el 11% de su valor. Como en Wall Street y en las principales plazas europeas, es la mayor caída semanal desde los peores años de la Gran Recesión.
El S&P 40 constituye una foto fija bastante fiel de lo que está ocurriendo en cinco grandes mercados latinoamericanos (Brasil, México, Colombia, Chile y Perú), dado que reúne a prácticamente todos los grandes nombres regionales: desde las brasileñas Petrobras, Vale o Itaú hasta las mexicanas América Móvil o Banorte pasando por el Banco de Chile o Bancolombia. Suman, conjuntamente, el 70% de la capitalización total de todas las compañías cotizadas en sus países de origen. Y el resultado no deja mucho margen para la duda: los inversores han apretado el botón del pánico y la sangría está siendo mayúscula. Aunque todos sus valores han terminado la semana en rojo, las diferencias son importantes, con los sectores de transporte y turismo entre los más golpeados y los bancos y las eléctricas salvando los muebles de la quema.
América Latina era una de las pocas fichas de dominó que aún quedaban en pie ante el descalabro generalizado. Hasta el miércoles, cuando Brasil detectó el primer caso, Latinoamérica era una de las pocas regiones sin rastro de coronavirus en el tablero global. Pero, en paralelo al goteo de nuevos contagios —este viernes ha sido el turno de México— la pieza latinoamericana ha caído. Y lo ha hecho con estruendo. Más allá del selectivo que reúne a las 40 mayores empresas de la región, el arreón del virus de Wuhan (China) ha llevado a terreno negativo la variación de todos los índices bursátiles latinoamericanos en lo que va de año. «Solo era tiempo de que llegase. Hasta ahora el virus solo era una realidad externa que impactaba a las exportaciones. Pero ahora, con los primeros casos en Brasil y en México ya es una realidad interna, y los sistemas de salud pública latinoamericanos son mucho más débiles que en Europa o en Japón», apunta por teléfono Alberto Ramos, economista jefe de Goldman Sachs para América Latina.
Las monedas también se resienten
En paralelo al discurrir de las Bolsas, las principales monedas de América Latina han prolongado este viernes su caída. Muchas ya venían deprimidas —el peso argentino, arrastrado por la sempiterna crisis local; el real brasileño, por la política monetaria expansiva de su banco central; el peso chileno, por el efecto del estallido social de finales del año pasado sobre la economía—, pero incluso las que mejor habían resistido los embates hasta ahora, como el peso mexicano o el colombiano, están sufriendo su particular via crucis. Este viernes, la primera se deja más de un punto porcentual frente al dólar después que se confirmase el primer caso en el país norteamericano. «Todos los inversores están replegándose y buscando activos seguros», cierra Rafael Camarena, analista del Banco Santander en México. El miedo a la expansión del coronavirus ha calado hondo.