La segunda edición de la reunión ABATAR ha puesto el foco en los pacientes con artritis reumatoide y anti-CCP (anticuerpos anti proteína citrulinada), la forma más grave y de peor pronóstico de la enfermedad
25 de febrero 2020. 1:50 pm
La segunda edición de la reunión ABATAR, organizada por Bristol-Myers, ha reunido en Madrid a más de 130 profesionales de la reumatología. Durante la misma uno de los temas que ha cobrado más protagonismo en análisis de por qué se producen determinadas manifestaciones articulares y extraarticulares de la artritis reumatoide y por qué ciertas terapias encajan mejor que otras. En concreto, la aplicación de la medicina personalizada y de precisión al tratamiento de la artritis reumatoide en pacientes con artritis reumatoide y anti-CCP ha sido uno de los grandes temas protagonistas.
Tal y como ha explicado José Andrés Román-Ivorra, moderador de la jornada y jefe del Servicio de Reumatología del Hospital La Fe de Valencia, hasta un 80 por ciento de los pacientes con artritis reumatoide son seropositivos, es decir, presentan autoanticuerpos como factor reumatoide y anti-CC. Se trata de “una forma de artritis reumatoide más erosiva y más destructiva de la articulación y esto se relaciona con el tiempo con una discapacidad funcional irreversible del paciente”, según el experto.
En este contexto, los reumatólogos participantes en la jornada han analizado el papel medicina de precisión dentro del tratamiento de los pacientes con artritis reumatoide seropositiva. “La medicina de precisión intenta identificar, dentro de los pacientes con artritis reumatoide seropositiva, la base genética de la enfermedad y los tratamientos concretos que, a priori, sabemos que van a funcionar mejor en ellos”, matizaba Román-Ivorra.
Medicina P4
Además, los profesionales de la reumatología han apostado en ABATAR por un nuevo enfoque terapéutico denominado medicina P4: personalizada (se basa en la información genética de cada individuo), predictiva (permite determinar el pronóstico del paciente y la aparición de comorbilidades), preventiva (se pueden establecer medidas profilácticas que mejoren el pronóstico) y participativa (requiere no sólo la intervención del reumatólogo, sino también del propio paciente).
Sobre la misma, Román- Ivorra concluía que “como modelo terapéutico es un modelo perfecto y al que aspiramos llegar. Quizá todavía nos falta alguna ‘P’, pero seguro que en un futuro no muy lejano vamos a poder utilizar este enfoque en la práctica clínica”.