Una de las tareas principales de los médicos era llevarse a los soldados heridos del lugar de las acciones militares y atenderlos con la mayor rapidez posible, así como prevenir infecciones.
Más de 700.000 miembros del personal médico de la Unión Soviética lucharon por la vida de los soldados del frente. Durante la contienda unos 85.000 de ellos perdieron la vida y desaparecieron. Se estimaba que la esperanza de vida promedia de los instructores médicos en la vanguardia en 1941 era de unos 40 segundos.
En muchos casos se vieron obligados a llevar a cabo operaciones quirúrgicas complejas sin los medicamentos ni el instrumental necesarios, con el peligro añadido de tener que trabajar muy cerca de donde se desarrollaban las acciones militares, arriesgando su vida para salvar la de los demás.
Durante poco más de cinco meses desde el inicio de la guerra, en el país se crearon 291 divisiones con batallones sanitarios, 38 compañías de fortalecimiento médico, 380 hospitales de campaña móviles, 12 hospitales para tratar a pacientes con heridas leves y otras formaciones.
Una de las tareas principales de los médicos era llevarse a los soldados heridos del lugar de las acciones militares y atenderlos con la mayor rapidez posible, así como prevenir infecciones.
Debido al gran número de heridos, médicos y enfermeros se vieron obligados a trabajar sin descanso durante varios días. Muchos de ellos y ellas ni siquiera tenían tiempo para comer y llegaban a desmayarse de hambre mientras cumplían con su deber.
Su trabajo requería también mucha fuerza física, ya que también se encargaban de transportar a los heridos hasta un lugar donde pudieran ser atendidos. De esta manera, una enfermera podía tener que transportar a cinco o seis soldados durante una hora, después de lo cual comenzaba su trabajo.
También era habitual que las enfermeras donaran su propia sangre para salvar a los pacientes.
El mariscal de la Unión Soviética Gueorgui Zhúkov, considerado uno de los mandos más destacados de la Segunda Guerra Mundial, escribió que «en una gran guerra, lograr la victoria sobre el enemigo depende en no poca medida del éxito del trabajo de los servicios médicos militares, especialmente los cirujanos militares en el campo de batalla».
«Lo que hizo la medicina militar soviética durante los años de la pasada guerra con toda justicia puede ser descrito como una hazaña», afirmó, por su parte, otro mando soviético, el mariscal Iván Bagramián. «Para nosotros, veteranos de la Gran Guerra Patria, la imagen de un médico militar será siempre la de la personificación de un alto humanismo, valor y dedicación», pronunció en una ocasión Bagramián.
Por la inmensa importancia de su trabajo, unos 116.000 médicos fueron condecorados con órdenes y medallas estatales.