El precio del petróleo sufrió este viernes una de sus mayores caídas diarias en más de cinco años: en torno a 10%.
El crudo del Brent retrocedió hasta US$45,27 por barril -su mayor descenso en una jornada desde 2008-, mientras que el barril West Texas Intermediate cayó hasta US$41,28, para un retroceso de 10,1% en un solo día -lo que no le ocurría desde 2014-.
Detrás de este desplome de los precios está el fracaso de una reunión en Viena del grupo conocido como OPEP +, conformado por los 14 miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y otros productores, entre los cuales Rusia es el de mayor peso.
El objetivo del encuentro era acordar un nuevo recorte de la producción para atajar la caída de los precios del barril, afectados por el brote actual del nuevo coronavirus que ha impactado sobre la demanda global de crudo.
La propuesta era fijar un recorte de 1,5 millones de barriles diarios -lo que significaría reducir la producción mundial en torno a 3,6%-, de los cuales se esperaba que 500.000 barriles fueran sacrificados por los países no OPEP.
La iniciativa, sin embargo, no logró prosperar al no obtener el apoyo de Rusia, segundo productor mundial de crudo.
Tras varias horas de discusión, el ministro de Energía de Rusia, Alexander Novak, anunció que las conversaciones no habían permitido llegar a un acuerdo.
«En relación con los cortes de producción, dada la decisión de hoy, a partir del 1 de abril nadie -ni los países de la OPEP ni los que no son miembros de ella- están obligados a reducir la producción», señaló a la prensa al culminar el encuentro.
Desde 2017, los 23 países que conforman la OPEP + han intentado apuntalar los precios a través de cortes de producción que inicialmente fueron de 1,2 millones de barriles diarios.
En diciembre pasado, el grupo anunció recortes adicionales de 500 mil barriles para limitar el exceso de oferta en el mercado.
Pero, ¿por qué Rusia no accedió esta vez a los recortes frente a un claro panorama de caída de la demanda que está afectando los precios?
Cuotas de mercado
De acuerdo con los analistas, una de las razones que justifican esta postura radica en que desde Moscú temen que el efecto de más recortes sea ceder cuotas de mercado a sus competidores, especialmente a Estados Unidos, que se convirtió en el mayor productor mundial gracias a la explotación del petróleo de esquisto.
De otro lado, muchos de esos productores estadounidenses podrían verse afectados negativamente por una mayor caída de los precios pues sus costos de operación son superiores al de los productores tradicionales.
«Los rusos pueden vivir con un barril a US$40 y parece que están dispuestos a aguantar incluso precios menores en el corto plazo para lograr la consolidación de la industria«, señaló Edward Moya, analista principal de mercado de la compañía de corretaje en línea Oanda, a la agencia AFP.
Un análisis de la consultora Kpler, divulgado el jueves, apuntaba además que en los últimos tiempos Moscú ha actuado como una especie de competidor interno dentro del grupo OPEP +.
«En los últimos años, Rusia no solamente se ha comprometido a hacer menos recortes de producción que Arabia Saudita… su cumplimiento de estos acuerdos ha sido mínimo«, señalaba el documento citado por AFP.
John Kilduff, socio de la firma de inversions Again Capital LLC, cree que el nuevo escenario apunta hacia una situación en la que cada productor deberá velar por sus propios intereses.
«Claramente, Rusia ha decidido aplicar un enfoque de tierra arrasada al mercado petrolero: cada país deberá cuidarse a si mismo», dijo Kilduff a la agencia Reuters.
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