Las personas mayores o que ya sufren enfermedades como diabetes, asma o hipertensión son las más vulnerables frente a la epidemia del nuevo coronavirus, que ha provocado además más muertes entre los hombres.
Desde su aparición en China en diciembre, esta infección respiratoria contagió a más de 85.000 personas en más de 50 países, de las cuales 2.800 murieron.
En la mayoría de los casos, provoca síntomas banales y moderados como tos, fiebre y cansancio, pero en los más graves los pacientes pueden tener problemas respiratorios agudos, sufrir graves insuficiencias renales y registrar fallos en varios órganos, lo cual puede provocar su muerte.
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La tasa de mortalidad promedio sigue siendo pequeña, entre un 1 y un 3%, un porcentaje superior al de la gripe estacional (0,1%), pero inferior al de precedentes epidemias vinculadas a un coronavirus que fueron mucho más virulentas: 34,5% en el caso del MERS (Síndrome respiratorio de Oriente Medio) o 9,6% en el caso del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), cuyo virus es en un 80% semejante al nuevo coronavirus.
Algunos segmentos de la población corren más riesgos, según los datos disponibles.
El análisis más completo hasta el momento, publicado el 17 de febrero por las autoridades chinas y posteriormente el 24, por la revista médica estadounidense Jama, muestra también que la tasa de mortalidad aumenta con la edad.
Hasta ahora no ha habido ningún fallecido menor de 10 años. Hasta los 39 años, la tasa de mortalidad es muy baja, del 0,2% y pasa al 0,4% en las personas de más de 40. Llega al 1,3% en los pacientes de entre 50 y 69 años y es del 8% en los mayores de 70.
En el caso de los infectados de más de 80 años, la tasa sube hasta el 14,8%.
Fuera de China, también hay numerosas personas de edad avanzada entre las víctimas. En Italia, el país más afectado de Europa, al menos seis personas de los 14 primeros fallecidos tenían alrededor de 80 años.
La ausencia de víctimas entre los más jóvenes deja perplejos a los expertos porque justamente los bebés y los niños suelen ser más vulnerables ante este tipo de enfermedades infecciosas.
«Es sorprendente porque cuando miramos todas las demás infecciones respiratorias, bacterianas o víricas, tenemos siempre muchos casos graves entre las personas de edad avanzada y también entre los más jóvenes, sobre todo en los menores de cinco años», subraya Cécile Viboud, epidemióloga en el Instituto nacional de la salud de Estados Unidos.
«Hay que ver si no hay una forma de protección incrementada por la reciente epidemia de coronavirus estacional», el que provoca los resfriados, apunta John M. Nicholls, profesor de patología en la universidad de Hong Kong.
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Una segunda hipótesis es que el sistema inmunitario de los niños esté concebido para «no reaccionar excesivamente ante los nuevos agentes infecciosos».
Otra característica importante de la COVID-19 (el nombre de la enfermedad provocada por el virus) es que los hombres mueren más que las mujeres. Un 63,8% de las víctimas mortales hasta el momento son varones.
Según Viboud, el hecho de que haya más hombres que mueren debido al coronavirus podría explicarse «al menos en parte» por el hecho de que los hombres, en general, fuman más que las mujeres y el tabaco aumenta el riesgo de muerte.
Pero también tienen que ver las diferencias de comportamiento o de respuesta inmunitaria.
Otros factores de riesgo, según los estudios chinos, serían el hecho de sufrir una enfermedad crónica. Así, la mortalidad es del 6,3% entre los pacientes que sufren enfermedades respiratorias, del 10,5% entre los que tienen enfermedades cardiovasculares y del 7,3% entre los diabéticos.
También se ven más afectadas las personas con cáncer e hipertensión.
Fuera de China, estos parámetros se repiten. Por ejemplo, entre las 14 primeras víctimas mortales de Italia una estaba en tratamiento contra el cáncer, otra había sufrido un infarto días antes, otra tenía una enfermedad cardiaca y otras dos ya estaban enfermas con pronóstico grave antes de contraer el virus.
Otro dato significativo es que los profesionales chinos de la salud que fallecieron eran todos bastante jóvenes.
Según David N. Fisman, epidemiólogo de la universidad de Toronto, estuvieron sin duda más en contacto con enfermos que los médicos o enfermeros de más edad.
También pudieron pecar de «inexperiencia» cuando se hicieron cargo de pacientes contagiosos y no usaron correctamente los equipos de protección en un momento en que los hospitales chinos estaban desbordados.