El presidente de la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, Jerome Powell, consideró este viernes que los fundamentos de la economía del país son “sólidos” pero aseguró que el organismo está listo para intervenir si la epidemia de coronavirus lo hace necesario.

“El coronavirus representa un riesgo creciente para la actividad económica”, consideró Powell en un comunicado, en el que aseguró que la institución “monitorea de cerca” la evolución de la enfermedad. Por ende, expresó, “utilizaremos nuestras herramientas y actuaremos de forma apropiada para sostener la economía”.

El anuncio tuvo lugar en medio de llamados de la Casa Blanca y ex miembros del organismo para que este redujera su tasa de interés de referencia, actualmente en un rango de entre 1,5% y 1,75%. En su última reunión, a finales de enero de este año, el directorio decidió no modificar la tasa., luego de bajarla en tres oportunidades durante 2019.

El anuncio parecía estar destinado a proveer certezas a los actores de los mercados globales en un momento donde los principales indicadores financieros no encuentran piso. Las bolsas mundiales cerraron este viernes una semana negra debido a las devastadoras consecuencias para la economía del coronavirus, y la mayoría de plazas registraron caídas sin precedentes desde la crisis de 2008.

En Europa, París cedió 3,38%, Fráncfort 3,86%, Londres se dejó 3,39%; Madrid cayó 2,92% y Milán perdió 3,58%. Anteriormente, las bolsas de Shanghái, Sídney y Tokio también perdieron más del 3%, y Yakarta más del 4%.

El petróleo sufrió también los efectos de ese desplome. En Nueva York, el barril de referencia WTI para entrega en abril terminó con pérdida de 4,9% a 44,76 dólares. En la semana la caída fue de 16,1%, la más importante en una semana desde 2008. A minutos del cierre, el Brent del Mar del Norte para entrega en abril cedía 3,2% a 50,49 dólares en Londres. La situación plantea un reto para la OPEP y sus aliados, que se reúnen el jueves y viernes próximos en Viena, sede del cartel exportador.

Otras señales son igualmente preocupantes, como el nivel del índice de volatilidad VIX (o “índice del miedo”), el más alto desde 2011, año de la crisis de la deuda pública en la zona euro.

“En un contexto de mercados muy sobrevalorados, se ha producido lo que nos temíamos: la conmoción financiera causada por la propagación del virus fuera de China es muy fuerte, lo que da una nueva dimensión a la crisis”, subraya en una nota la analista Véronique Riches-Flores.

Se trata de una crisis financiera, “durante mucho tiempo temida que, si se prolonga, tendría consecuencias potencialmente más dañinas que la propia epidemia del COVID-19”, agrega. “Estamos en modo pánico”, indicó Ipek Ozkardeskaya, analista de Swissquote Bank.

“Se borra la casi totalidad del movimiento alcista desde el verano (boreal) pasado, y ello en solo una semana”, destaca en una nota Tangi Le Liboux, estratega de Aurel BGC. Según varios analistas, no es tanto la gravedad de la epidemia lo que preocupa sino las medidas tomadas para contenerla, especialmente dañinas para la economía.