A pesar de que la gripe, el tabaco o la polución causan más muertes, el cerebro responde muy mal a la inseguridad, “se dispara el miedo”, explican los expertos.

Por Raúl Rejón

Madrid, 26 de febrero (ElDiario.es).– El temor al coronavirus de Covid-19 hizo que, ya en enero, la demanda de mascarillas en España pegara un subidón del 77 por ciento. Un mes después, al elevarse los casos en Italia, se han producido compras masivas de gel desinfectante y también de máscaras. “No sirven para nada en una persona sana”, han dicho este martes las autoridades sanitarias italianas.

La “novedad y lo desconocido disparan el miedo”, explica el psicobiólogo del Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona (INC), Ignacio Morgado Bernal. Los registros indican que, con 80 mil infectados, Covid-19 ha provocado unas 2 mil 700 muertes hasta ahora. La gripe causa al año entre 290 mil y 650 milmuertes en el mundo. En España se atribuyeron a ese virus 6 mil 300 muertes en la temporada 2018-2019, según el Instituto de Salud Carlos III. El tabaquismo está detrás de siete millones de defunciones, según estimaciones de la OMS: “El tabaco mata la mitad de sus consumidores”, explica. Aun así, el número de fumadores ha crecido en España desde 2014. La contaminación del aire conlleva otros siete millones de muertes anuales.

“En esos casos se produce un efecto de habituación, pero el cerebro responde muy mal a la incertidumbre”, abunda Morgado Bernal, que indica que si el coronavirus se estableciera “viviríamos con él, lo integraríamos y trataríamos como otros agentes infecciosos; incluso aceptaríamos un número de muertes cada temporada como con la gripe”.

La directora de Salud Pública de la OMS, María Neira, decía a eldiario.es: “El miedo se expande rápido frente a algo que no se conoce”. En este momento, con el coronoavirus “se está aplicando un sesgo cognitivo a la hora de valorar las informaciones que nos llegan: hacemos más caso a las informaciones alarmantes”, analiza Ferrán Lalueza, experto en comunicación de crisis de la Universidad Oberta de Catalunya.

Una peluquera con cubrebocas le recorta el cabello a un cliente que utiliza una cubierta sobre los ojos y un cubrebocas en una peluquería de Beijing, el lunes 24 de febrero de 2020. Foto: AP

Este mismo martes le preguntaban al doctor Bruce Aylward, jefe de la misión de expertos de la OMS a China una vez llegado a Ginebra (Suiza), ¿por qué no lleva mascarilla? Aylward contestó: “Yo no tengo Cov-19. No estoy en un grupo vulnerable. No he tenido contacto con pacientes. Comíamos en las habitaciones del hotel. Actuamos con un criterio basado en ciencia y evidencia. No tiene sentido que lleve una mascarilla ante vosotros”. Y luego ha insistido: “Lavaos las manos con frecuencia, no agotéis las mascarillas, no va a marcar ninguna diferencia”.

El psicobiólogo del INC insiste en que la inseguridad provoca que “muchas áreas cerebrales reaccionen ante esa situación. De hecho, lleva mejor un riesgo alto, pero cierto, que una incertidumbre. El coronavirus tiene todavía una historia corta, tampoco cuenta con un tratamiento específico o una vacuna”, analiza Morgado, así que esas incógnitas “afectan enormemente al cerebro y al comportamiento”.

El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha expresado que “utilizar la palabra pandemia no se ajusta a la realidad, pero, ciertamente causa miedo”. Ferrán Lalueza considera que “si no se toma conciencia de que se está maximizando un riesgo, que existe, pero que se está maximizando, y se desactiva ese proceso, el miedo es muy difícil de controlar”.

Con los datos en la mano, hasta el momento, el porcentaje de mortalidad de este coronavirus está en el 0.7 por ciento en las zonas fuera de la región de origen de la enfermedad en China. El porcentaje de la infección del SARS entre 2002 y 2003 fue del 9.6 por ciento y la del MERS del 34por ciento, según la OMS. La gripe tiene una letalidad baja, pero, al afectar a mucha población, deriva a en un número elevado de decesos.

Desde que comenzó el brote de Covid-19 en diciembre pasado se ha aislado a poblaciones enteras con millones de personas en China, se ha trazado un cordón en el norte de Italia, un país donde, al entrar por vía aérea, se toma la temperatura a los viajeros en el aeropuerto. En Milán se han cerrado teatros y escuelas. Se canceló el Mobile World Congress en Barcelona y el carnaval de Venecia. Rusia ha prohibido la entrada a ciudadanos chinos. Medidas que, según se van acumulando, “parecen cada vez más razonables. Eso es maximizar el riesgo”, resume Lalueza, que luego propone “una dieta informativa de calidad” para desmontar actitudes poco racionales. “Ir más allá de lo atractivo o llamativo”.

Morgado Bernal opina que las reacciones ante la epidemia evidencian cómo actúa el cerebro humano: “La razón y la emoción son inseparables. La razón alimenta con informaciones las emociones. Y las emociones, como el miedo, influyen en cómo se utiliza el pensamiento racional”. La compra compulsiva de mascarillas “es producto del miedo porque no sirven mucho para protegerse, pero ofrecen una sensación de protección. De estar haciendo algo”.

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