El modelo portátil, de bajo costo, se pensó para inactivar al virus en zonas de difícil acceso. Martín Ducos, encargado del proyecto, le explica a RT de qué se trata.

Un equipo de investigadores e ingenieros de Argentina está fabricando una mochila portátil de bajo costo para desinfectar el transporte público mediante radiación ultra violeta del tipo C (UV-C), diseñada para inactivar al coronavirus.

El proyecto está cargo del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (IPATEC), un organismo que pertenece al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional del Comahue, junto a expertos de la empresa estatal INVAP, una firma especializada en alta tecnología. 

«Ahora estamos ensamblando, la estamos armando», le dice a RT el ingeniero Martín Ducos, la persona a cargo de los trabajos. 

«En menos de cinco minutos se puede desinfectar un colectivo completo»

Hay tres tipo de radiación ultravioleta: A, B y C. El vinculador tecnológico del IPATEC explica que la UV-C, cuando proviene del sol, es retenida por la capa de ozono: «Los microorganismos, o las personas, no estamos preparados para resistirla», repasa. Así, la mochila imita esa clase de rayos, «por eso el equipo tiene una protección personal». 

Lo que genera este mecanismo es una ralentización del virus, se le afecta su material genético y luego no se puede reproducir en el humano: «Es muy efectivo«, indica. Además, Ducos afirma que «la radiación rebota muy bien en todas las superficies».

La mochila, que continúa en fase de elaboración, se coloca desde el cuello hasta las rodillas, es decir, a la misma altura de los asientos y los pasamanos, «entonces irradia a una distancia cercana». De esta forma, «en menos de cinco minutos se puede desinfectar un colectivo completo», se entusiasma el especialista.

Esta clase de sistemas ya existe en otras partes del mundo, pero con formas más robustas, pensado para superficies planas. «En Europa, por ejemplo, se utiliza un carrito para los aviones, y los aviones son todos iguales», comenta el entrevistado. Sobre los autobuses, opina: «Allá se acostumbra a la estandarización, no tienen esa dificultad de acceso en el transporte».

Por eso, los expertos del Cono Sur debían diseñar un nuevo prototipo que se adapte a las necesidades locales: «En Argentina hay mucha diversidad de colectivos». En efecto, esta situación hacía que la radiación no se pueda usar en el país sudamericano.

«Con la mochila es muy simple, se accede a cualquier medio de transporte y se puede subir escaleras», celebra el investigador. Además, la versión sudamericana «es más fácil de construir», comenta. 

En cuanto a las precauciones que se deben tener para que el usuario no dañe su salud, el experto enseña: «Casi todos las telas, vidrios y plásticos detienen la UV-C, entonces, cualquier persona con una protección sencilla, se cubre. Si las ventanas del colectivo están cerradas, la radiación no sale hacia afuera». Así, según explica, con un elemento de resguardo ocular tampoco debería haber peligro en los ojos. 

El sueño de fabricarlas en serie

El equipo se inscribió en un financiamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología, porque se necesitan fondos para poder trasladar el equipo a Buenos Aires y probarlo en el transporte público. A su vez, deben adquirir un instrumento imprescindible para medir la actividad de la mochila, y así lograr la tan ansiada aprobación. De momento, el INVAP colocó la mano de obra y los materiales para avanzar hasta este punto.

«En cuanto tengamos ese equipamiento, en una semana tal vez, solo resta validar el equipo«, cuenta Ducos, quien detalla que varias firmas ya se contactaron para otorgar los recursos necesarios. 

«Demostrar que funciona dentro del colectivo, sería genial, porque después se puede fabricar en empresas», señala. De hecho, «una vez que haya uno validado, eso se puede replicar».

Mientras crece la expectativa, hay buenos augurios para solucionar un problema grande, en medio de la emergencia sanitaria: la mochila es simple de construir, y sus lámparas están disponibles en el país. Para terminar, el ingeniero asegura: «Son partes que se pueden ensamblar en metalúrgicas o empresas que se dediquen a instalaciones eléctricas, no es algo muy complicado».

Leandro Lutzky

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