Es posible que el oro continúe su sana corrección (caída temporal), lo que debería de alegrarnos por permitir comprar este escudo financiero a precios de ganga.
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Hace una semana inició
con un verdadero “lunes negro” como consecuencia de la “guerra”
petrolera entre Arabia Saudita y Rusia. Ambos países no llegaron a acuerdos
para contener mediante esfuerzos conjuntos la caída de los precios del
petróleo, misma que se ha hecho sentir con toda su fuerza a consecuencia de la
parada en seco de la economía china y otras por el coronavirus.
Arabia anunció el domingo
antepasado una baja de precios del crudo y un aumento en su producción, lo que
provocó un desplome de los activos de riesgo desde la apertura de los mercados
en Asia ese día por la tarde.
La caída del petróleo fue la peor desde 1991, y desató en todo el planeta un pánico en las bolsas de valores y el mercado de divisas como no se veía desde la crisis de 2008.
En esta columna advertimos
que las burbujas, en este caso una burbuja universal de liquidez causada por
los estímulos monetarios de los bancos centrales, había sido inflada desde
la Gran Recesión de 2009 para levantar artificialmente la maltrecha economía
global.
A partir de entonces,
gracias a dichos estímulos de tasas de interés en mínimos históricos cercanas a
cero por ciento, así como a la compra de bonos a cargo de todos los principales
bancos centrales para “imprimir” dinero e inyectarlo así a la economía, inició el
mayor ciclo de crecimiento sin recesión de que se tenga registro. De hecho, ni
siquiera entramos todavía a una recesión global, pero al igual que en
2008-2009, la crisis financiera mundial detonada por la pandemia de
coronavirus, puede dar pie a una nueva Gran Recesión durante el próximo año
o dos.
A propósito, la Fed volvió a la carga anunciando el que de hecho es un nuevo estímulo monetario por 700 mil mdd y, de nuevo, la baja de tasas a mínimos históricos de hasta cero por ciento.
Recomendamos: La crisis financiera ya está aquí, ¿tomaste previsiones?
Y es que ni siquiera
la reducción sorpresiva de tasas que la Fed había anunciado resultó ser
suficiente para contener el miedo
de los inversores, que continúan vendiendo toda clase de activos en busca de
liquidez (dinero en efectivo).
Si hay una recesión,
los inversionistas prefieren estar líquidos para minimizar pérdidas, escapar de
posibles problemas como quiebras bancarias y/o para aprovechar oportunidades de compra en mercados abaratados.
Es ese pánico el
responsable del reciente derrumbe de activos como el peso mexicano y el
bitcoin, pero también de refugios como el oro. La liquidez es vista en este
momento como el máximo refugio.
Ahora, debemos tener
cuidado de no dejarnos llevar por las apariencias. Así como el mismísimo oro
sufrió en 2008 al grado de perder 30 por ciento de su valor ese año, tres años
más tarde ya estaba tocando máximos históricos en septiembre de 2011, acumulando
una ganancia de más de 60 por ciento desde el piso de 2008.
Esto se lo subrayo porque
hay algunos inversores y lectores que están desconcertados por la baja del oro
de esta semana, cuando lo que esperaban era una revaluación continua.
Sin embargo, no debemos
olvidar nunca que nada sube o baja de manera continua. Es posible que el oro
continúe su sana corrección (caída temporal), lo que lejos de asustarnos,
debería de alegrarnos por permitir comprar el refugio financiero por excelencia
a precios de ganga.
Pero no sólo eso. El
descenso del oro que a tantos asusta, ha sido fundamentalmente EN DÓLARES. Si
usted ha seguido nuestra recomendación de adquirirlo, para minimizar sus
tenencias de pesos mexicanos, su “pérdida” en el rey de los metales, en el peor
de los casos, ha sido mínima.
Los datos son
contundentes: durante los últimos 30 días, el oro en dólares cayó 2.91 por
ciento, pero en ese mismo lapso, en pesos GANÓ 14.37 por ciento. Si nos
vamos a dos meses atrás, el oro está arriba en dólares 1.81 por ciento y 19.12
por ciento en pesos. Y si nos vamos a un año antes, la escalada en dólares
del rey de los metales ha sido de 17.48 por ciento, y en pesos un poderoso
34.01 por ciento. ¿Cómo se ve desde esta óptica la corrección de esta semana?
¿Cómo se compara con las tasas anuales de cetes, que pagan menos de 7 por
ciento anual?
Visto así, podrá entenderse mejor a qué nos referimos con que cualquier abaratamiento del oro debe ser visto más como una bendición que como una maldición. Sobre todo, porque los mercados alcistas siempre terminan en euforia, y estamos aún lejos, muy lejos de alcanzar una fase de frenesí en metales preciosos.
Lee: Irracionalidad en los mercados por coronavirus
Tras de este “descanso” -que puede prolongarse más-, el oro seguirá ascendiendo a nuevos récords. Lo anterior, sin perder de vista que antes, es posible que lo veamos “sufrir” más, para beneficio de quien lo sepa aprovechar.
Nota del editor: Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión y refleja únicamente la visión del autor, no necesariamente el punto de vista de Alto Nivel
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